Olvidemos todo lo que creíamos conocer acerca de las diferencias entre los dos hemisferios cerebrales, porque en buena medida es erróneo.
Lo importante no es lo que hace cada hemisferio -ambos participan en todo-, sino en cómo lo hace cada cual. La principal diferencia es el modo en que manejan la atención. Necesitamos que el hemisferio izquierdo preste más atención a los detalles mientras que el derecho se ocupa del resto. Resultado: uno de los hemisferios aprovecha mejor el mundo, el otro lo comprende de manera más adecuada.
La atención no solo es receptiva, sino que altera y crea activamente el mundo en que habitamos. Por tanto, la forma de prestar atención a algo -o de no prestarle atención- tiene gran importancia. Este libro nos ayudará a percibir aquello que nuestra peculiar cultura nos enseña a no detectar.