"Ese día, después de hacer el amor, sentí por primera vez un deseo irrefrenable de matarlo. No puedo explicar cómo fue. Sólo sé que al verlo satisfecho, adormilado por el esfuerzo de complacerse y complacerme, tuve la urgencia de taparlo con la almohada hasta que dejara de respirar. Medí mis fuerzas. Yo también estaba exhausta, pero si lo cogía así, dormido, tal vez alcanzaría a asfixiarlo antes de que pudiera reaccionar y defenderse."