La anestesia cardiovascular ha experimentado grandes avances en las últimas décadas, desde el uso exitoso de la circulación extracorpórea en 1953. Los avances en las técnicas quirúrgicas y en la tecnología han permitido progresar y asegurar los buenos resultados en la cirugía cardiaca, las técnicas de invasión mínima, la cirugía de coronarias sin bomba, las valvulopatías y la cirugía de cardiopatías congénitas.
El cuidado perioperatorio ha disminuido la morbilidad y mortalidad debido a que el anestesiólogo cardiovascular ha tomado el papel de especialista en medicina perioperatoria teniendo a su cargo el manejo de la circulación extracorpórea, el eco transesofágico, el balón de contrapulsación intraaórtico, los marcapasos, la asistencia ventricular izquierda, la ventilación pulmonar y los problemas de la coagulación de la sangre, así como el manejo del dolor posoperatorio. La hipertensión arterial sistémica es una complicación común durante la anestesia y en el periodo posoperatorio; la mayoría de los anestesiólogos encuentran la hipertensión arterial con gran frecuencia en la práctica clínica diaria, lo que puede ocurrir tanto en el preoperatorio como en el transoperatorio y el posoperatorio, y en cada uno de estos periodos tiene sus propias características; por lo tanto, el diagnóstico diferencial y el tratamiento clínico varían dependiendo de en qué momento se encuentre.
Los pacientes hipertensos tienen mayor riesgo de accidente cerebral vascular, de cardiopatía isquémica, de insuficiencia cardiaca y renal. El anestesiólogo debe conocer las causas de hipertensión arterial, los fármacos usados en el tratamiento y su interacción con los agentes anestésicos.