Esta obra nació fruto de un encargo del Festival
Internacional de Música de Granollers de 2001,
y fue estrenada por Claudi Arimany a la flauta
y Michel Wagemans al piano. La compuse en
homenaje al gran compositor de Granollers Josep
Maria Ruera, de quien en el año 2000 se había
conmemorado el centenario de su nacimiento.