El cronista brasileño Rubem Braga (Cachoeiro de Itapemirim, Espírito Santo, 1913 -Rio de Janeiro, 1990) escribió durante casi toda su vida crónicas muy diversas -más de quince mil, según algunos de sus biógrafos-. Prácticamente, no dejó intocado ningún tema entre los materiales de la vida. Su pluma dúctil e imaginativa dibujó cuadros textuales que rozaron tópicos marinos, dio vida a escenas cotidianas de Río de Janeiro y otros lugares de Brasil, relató vivencias en diversas ciudades y geografías allende las fronteras de su país, registró hechos de todos los días reconfigurándolos desde un punto de vista siempre sorprendente, curioso, a veces teñido de melancolía y otras con un dejo alegre. Lo han llamado el "impenitente cazador de pajaritos" o "el hacendado del aire": estas dos denominaciones apuntan a su gusto por la naturaleza y a la intemporalidad e intangibilidad de sus crónicas.