Lo que descubrió Hélène Blocquaux, después de una ardua investigación, fue una cultura pletórica de trajes, máscaras y rituales; una cultura llena de colores, de lenguaje florido y de público (de todas las clases sociales) que desahogaba sus emociones gracias a las canciones (las que acompañan a cada rudo o técnico al ring); le llamaban la atención el réferi (vendido o leal), las edecanes, los vendedores, en suma, se sintió atraída por un deporte-espectáculo sonoro y colorido donde los golpes sí son reales, aunque muchos espectadores todavía no lo creen. Para ella, la lucha libre define a la perfección lo que es México, un país de gente valiente que nunca se rinde ni siquiera cuando el dolor o el miedo apremia o cuando en la situación más desesperada aparece, como solución, la magia.Guadalupe Loaeza