En París, vísperas de Navidad, el comisario Morvan observa desde su oficina las calles iluminadas y el cielo que presagia "nieve inminente". Lo agobia un asesino insondable que carga encima veintisiete muertes y un sueño en el que se yergue una ciudad enrarecida. En Santa Fe, Argentina, Pichón Garay -llegado de París en una visita que tiene como excusa el examen de un manuscrito misterioso y como motivo soterrado el encuentro con los parajes que una vez le fueron familiares- narra a Tomatis y a Soldi, sus amigos, la historia del solitario policía, tras un día agotador en donde el pasado, impredecible y despiadado como el fantasmal asesino, se ha ido deslizando por los resquicios más insospechados.
Tomando motivos clásicos de la novela policial o detectivesca, Saer despliega en La pesquisa, con una destreza inusitada y por momentos paralizante, una novela sobre la opacidad del ser humano para consigo mismo, sobre la inminencia del tiempo cuya medida es inaccesible a seres finitos y fragmentados que apenas saben leer sus huellas en el deterioro de los cuerpos, en la desaparición de los seres amados, en el herrumbre arenoso de la memoria o en el cambio repentino y turbio de las estaciones, todo puesto en escena con la prosa extenuante y serpenteada que se había puesto en movimiento casi treinta años atrás, cuando el autor santafesino diera a conocer sus primeros libros.
La pesquisa es una novela poco menos que ineludible en esa vasta constelación que es la escritura de Saer. Una pieza maestra, oblicua e indirecta, de la que irradian los nombres y las obsesiones que mantendrán en pie durante años su obra.